jueves, 14 de mayo de 2009

Fragmentación, fronteras y puentes - Las tramas en las organizaciones - Por Laura Gingold

Todos los días en el contexto del trabajo conversamos con otros para coordinar o completar nuestra tarea. Pedimos ayuda para resolver dificultades. Buscamos sponsors que compren nuestro proyecto o idea; brindamos apoyo cuando requieren de nuestra colaboración. Podemos pensar, entonces, a las organizaciones como sistemas de comunicación, cada vez que alguien tiene que interactuar con otro para buscar-pedir información, coordinarse, negociar con otros, conseguir aliados, apoyarse o simplemente llevar adelante su propia tarea. ¿Con quiénes nos interrelacionamos? Principalmente, con aquellos que están en nuestra área o equipo, con aquellos con quienes tenemos una relación de interdependencia recíproca para la tarea, con los que se encuentran más próximos y con aquellos que compartimos ciertos intereses.

Hay ciertos patrones –de los que raramente somos concientes- que se repiten en la formación de redes: el principio de la similitud (homofilia) y el de proximidad.
Tomemos unos instantes para reflexionar sobre el primero: la homofilia (similitud). En nuestro trabajo, en la elección del colegio para los chicos, cada vez que vamos a un evento que no conocemos a la gente, se preguntaron a quiénes se acercan más cómodamente? ¿Se acercarían a una persona muy diferente a “ustedes” en su estilo, forma de vestir, edad? La mayoría de nosotros puede reconocer el patrón de acercarse a otro “similar”. Similar en estilo, en su forma de expresarse, en sus intereses, en gustos compartidos, que permiten el reconocimiento mutuo. También tenemos esa sensación de empezar a conversar con un desconocido y encontrar rápidamente gente en común con nuestro interlocutor: la sensación de vivir en un “mundo pequeño” o la confirmación del refrán: “el mundo es un pañuelo”.

El otro principio que también actúa es el de proximidad: el interrelacionarnos más con aquellos que se encuentran físicamente más próximos (la oficina; incluso muchos reconocen que no interactúan con la gente del mismo piso, sino exclusivamente con la gente de la propia oficina). Proximidad, dicho de otra manera, es que nos relacionamos con aquellos que habitan en el mismo espacio reducido que nosotros habitamos.

La interrelación de estos dos principios: el de similitud y proximidad da origen a la formación de cliques (agrupamientos, islas). Estos cliques o agrupamientos marcan fronteras, incluyendo a unos y excluyendo a otros. Esta grupalidad en los lugares de trabajo, se alimenta de ciertos condimentos como una formación similar para un tipo de tarea o función, valores e identidad compartida. Se establece una clara distinción entre “nosotros-ellos” (los softs y los hard; también pueden ser los nuevos y los viejos, una ciudad central -Bs As, Rosario, Córdoba- y la periferia, etc)

El problema de quedar “encerrados en una isla” es que a veces ignoramos lo que cuestiona nuestro modo de ver y dejamos fuera información crítica. En las organizaciones, tiende a pasar que nos apoyamos más, buscamos información y consejo para tomar decisiones en un grupo reducido de personas muy cercanas y con una forma similar –a la nuestra- de pensar. Cuando tendemos a apoyarnos sistemáticamente en las mismas personas (por ejemplo, del mismo equipo), que a su vez, están todas conectadas entre sí (todos intercambian ideas, información), corremos el riesgo de quedar “encerrados” en una misma forma de plantear el problema y las soluciones. Es lo que se llama,”lazos que unen y que ciegan”, porque tendemos a ver el problema y las soluciones de la misma forma, y a rechazar los puntos de vista que difieran de “nuestra” forma de ver el mundo.

Aquí es donde se vuelve crucial identificar a los “puentes” que conectan estas islas. Estos “puentes” existen en todas las organizaciones pero la mayoría de las veces no se los reconoce porque no son “altamente visibles”. No se encuentran tan conectados como otras personas, y tampoco ocupan posiciones jerárquicas, pero son muy efectivos a la hora de coordinar subgrupos. El rol de la posición de intermediación o de puente es crucial porque hace de intérprete entre los dos mundos.

Para concluir, la mayoría de nosotros habita un mundo pequeño; no conoce grupos ni muy grandes ni muy diversos. Y nos apoyamos en un grupo reducido de personas, que piensan como nosotros, más de lo que imaginamos. Pero, existen en las organizaciones y en todo grupo social un número reducido de personas que actúan como puentes entre esos mundos pequeños. Nos sirven de nexo y de traductores, ayudan a construir el entramado social y hacen que parezca que el mundo sea un pañuelo.

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