lunes, 29 de junio de 2009

Capacitación: Empresas flexibles frente a contextos cambiantes

Lic. Tomás Donovan – Posgrado en Conducción de Recursos Humanos - Se desempeña actualmente como Analista de Recursos Humanos en Manpower Argentina

En tiempos de crisis, parecen aflorar oportunidades inmejorables para repensar estrategias corporativas y mejorar todo tipo de procesos organizacionales. Es el momento de ajustar las distintas piezas de la empresa y prepararse intensamente para responder con innovación y agilidad ante los primeros signos de reacción en el mercado. En el ámbito de RRHH, las tareas de reclutamiento y selección pasan a un segundo plano y se trabaja esencialmente sobre el desarrollo del personal activo.

Podríamos decir que se produce una especie de pretemporada obligada, en la cual los equipos renuevan alternativas y refuerzan sus estructuras, sin demandas operativas inmediatas que distraigan su atención. Desde esta perspectiva será esencial la destreza de RRHH para leer correctamente las necesidades de aprendizaje de la organización, y lograr un modelo de capacitación efectivo y coherente con la estrategia de negocios de la compañía, y con la cultura empresarial de la misma.

Ahora bien, en primer lugar tendremos que pensar qué prioridades destacaremos en materia de capacitación y cuál será nuestro enfoque estratégico en este tiempo de introspección organizacional. Es la hora de formar a nuestra gente y prepararla para tiempos de altas exigencias. Para esto es imprescindible comprender el contexto global del mundo de los negocios y evitar así acciones obsoletas, atadas aún a metodologías anacrónicas. En este sentido, y pensando a las organizaciones según el paradigma de Lawrence y Lorsch (quienes las contemplan como organismos vivientes que deben adaptarse permanentemente a determinadas condiciones externas), será esencial la habilidad para detectar las necesidades de capacitación que el medio ambiente o hábitat nos presenta. Siguiendo esta exégesis, y hablando en términos de tendencias generales, nos parece que lo más importante en este sentido es asimilar profundamente la inédita vertiginosidad en los tiempos de cambio de las empresas y mercados.

Ciertamente, en el mundo globalizado en el que vivimos, las tecnologías de producción en masa, los sistemas culturales estáticos, las políticas productivas de bajos costos y las viejas estructuras jerárquicas han dejado de ser esenciales en el core del negocio. En un entorno interconectado íntegramente y en permanente cambio, las competencias más valoradas son la capacidad y velocidad de adaptación a diversas culturas, la originalidad e innovación constante (para adaptar productos y servicios a culturas heterogéneas) y la flexibilidad o agilidad corporativa para actualizar a ritmos insospechados procedimientos y políticas de las empresa. Los desafíos de la competitividad, como bien decía Benjamin Coriat, no están ya en la infraestructura o en los sistemas de producción a escala, sino en la calidad de las personas para adaptarse e innovar en un mundo en constante cambio.

Frente a este contexto fluctuante, se impondrá un reformulamiento de la cultura del aprendizaje de las compañías, no tanto a nivel operativo (contenidos, procesos, estructura), sino más bien en el plano estratégico, es decir, habrá que repensar la idiosincrasia cultural de la organización y detectar qué tipo de estilo educacional puede asimilarse mejor. No habrá linealidad con la tradición educativa, sino ruptura, cambio cualitativo de paradigma de aprendizaje frente a necesidades inéditas. En este sentido el aporte de Ernesto Gore en su obra La Educación en la empresa nos parece esclarecedor: Las organizaciones mejor preparadas para enfrentar el futuro no son las que creen en sí mismas por lo que son sino por sus posibilidades de dejar de serlo. No se sienten fuertes por las estructuras que tienen sino porque saben que podrían cambiarlas cuando sea necesario. En otras palabras, tenemos que comprender que en tiempos en que las tecnologías quedan obsoletas en plazos supersónicos, la prioridad de capacitación en las empresas no debe estar en la profundización de procedimientos y contenidos estáticos (puesto que rápidamente quedarían desactualizados), sino justamente en lograr una delicada plasticidad organizacional que facilite la adecuación y adaptación de la empresa ante necesidades que cambian permanentemente. Curiosamente se da un fenómeno en el cual el cambio y la permanencia parecen ser dos caras de la mima moneda. El elemento sólido y firme de la empresa debe ser su vocación de aprendizaje y capacidad de adaptación continua, no un repertorio de procedimientos ni capacitaciones masivas estandarizadas. Las empresas deberán aprender a aprender continuamente. En este sentido es interesante el concepto de aprendizaje doble o deuterroaprendizaje, desarrollado por Baetson. Mientras que el aprendizaje de circuito simple se refiere al proceso tradicional por el cual aprehendemos algún contenido nuevo (externo), el aprendizaje doble nos permite una especie de pensamiento introspectivo sobre la propia manera de aprender, sobre el contexto o la plataforma de aprendizaje que nos constituye como sujetos del aprendizaje. Esto nos autoriza a repensar nuestra manera de aprender, y por lo tanto nuestra forma de pensar en general.

La empresa moderna deberá entonces buscar un cambio de actitud en la gente y en la cultura organizacional frente al aprendizaje, una nueva manera de pensar la capacitación no ya como un conjunto de cursos y talleres sino más bien como una identidad cultural inherente a toda organización competitiva. Cada vez son más las organizaciones que priorizan la capacidad de resolución creativa de problemas por sobre la aplicación de procedimientos estandarizados. Para ello se trabaja fuertemente desde RRHH en vencer la resistencia al cambio inherente a la condición humana.

Por último, cabe aclarar que esta reorientación estratégica del enfoque de las políticas pedagógicas en las empresas deberá, tal como explica Peter Drucker en su libro Las Nuevas Realidades, trasladarse lentamente a otros niveles educativos, empezando por la educación secundaria, estructura anacrónica que sorprendentemente persiste intacta e indiferente al inevitable paso del tiempo.

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